continuamos.....hasta ahora tenemos en este mes al Dr.SIGMUND FREUD (6-5-1856))
búscalo en renglones anteriores, ahí lo encontrarás....
EVARISTO CARRIEGO (7-5-1883 - 13-10-1912)
EL GUAPO
A la memoria de San Juan Moreira
Muy devotamente
El barrio le admira. Cultor del coraje,
conquistó, a la larga, renombre de osado;
se impuso en cien riñas entre el compadraje
y de las prisiones salió consagrado.
Conoce sus triunfos, y ni aun le inquieta
la gloria de otros, de muchos temida,
pues todo el Palermo de acción le respeta
y acata su fama, jamás desmentida.
Le cruzan el rostro, de estigmas violentos,
hondas cicatrices, y quizás le halaga
llevar imborrables adornos sangrientos:
caprichos de hembra que tuvo la daga.
La esquina o el patio, de alegres reuniones,
le oye contar hechos, que nadie le niega:
¡con una guitarra de altivas canciones
el es Juan Moreira, y el es Santos Vega!
Con ese sombrero que inclinó a los ojos,
con esa melena que peinó al descuido,
cantando aventuras, de relatos rojos,
parece un poeta que fuese bandido.
Las mozas más lindas del baile orillero
para él no se muestran esquivas y hurañas,
tal vez orgullosas de ese compañero
que tiene aureolas de amores, y hazañas.
Nada se le importa de la envidia ajena,
ni que el rival pueda tenderle algún lazo:
no es un enemigo que valga la pena...
pues ya una vez lo hizo ca...er de un hachazo.
Gente de avería, que aguardan crüeles
brutales recuerdos en los costurones
que dejará el tajo, sumisos y fieles,
le siguen y adulan imberbes matones.
Aunque le ocasiona muchos malos ratos,
en las elecciones es un caudillejo
que por el buen nombre de los candidatos
en los peores trances expone el pellejo...
Pronto a la pelea -pasión del cuchillo
que ilustra las manos por el mutiladas-
su pieza, amenaza de algún conventillo,
es una academia de ágiles visteadas.
Porque en sus impulsos de alma pendenciera
desprecia el peligro sereno y bizarro,
¡para el la vida no vale siquiera
la sola pitada de un triste cigarro!...
...Y allá va pasando con aire altanero,
luciendo las prendas de su gallardía,
procaz e insolente como un mosquetero
que tiene en su guardia la chusma bravía.
Veintinueve años y un solo libro, "Misas Herejes"le fueron suficientes a Carriego para figurar en la historia de nuestras letras. Nacido en Paraná el 7 de mayo de 1883 y cuatro años mas tarde sus padres se trasladaron a Bs.As. en 1887. El arrabal, marginado hasta entonces por la literatura, va ganando un sitio gracias a sus poemas Guapos, compadres, orilleros, anticipándose al tango que luego los llevaría en su música, se introdujeron en los versos de Carriego en el mundo culto de los porteños
Criollo de viejo cuño entrerriano, can, cantó como pocos esa expresión característica del viejo Bs.As. Mezcla de suburbio y campo, el arrabal fue escenario de hombres bravos, gente de avería, temida y admirada, hecha a la sangre y el coraje.
Fue el primero en abandonar la poesía al uso, alambicada por el modernismo, para dedicarse a los versos simples, inspirados en lo cotidiano. Perteneció Carriego a una generación que cultivó la poesía como una necesidad de su bohemia. Frecuentó el café "Los Inmortales" Desde allí su delgada figura caminaba, noche tras noche, hasta la plaza San Martín, donde recitaba a sus amigos sus versos recién hechos. Admirador de Almafuerte, cantó la fugacidad de la vida, los problemas emotivos de los desventurados, la versatilidad de las pasiones. No pretendió atacar las bases de la sociedad burguesa, como lo entendieron muchos de los poetas de la militancia, aunque nos despisten en este aspecto algunos de sus versos, ni quiso tampoco culpar a nadie de los sufrimientos de los humildes. Vió en el barrio el espejo donde se reflejaban dolores y alegrías, mas vivos quizá por lo reducido y original de su ámbito, por el coraje universal de sus malevos y la callada tristeza de sus mujeres, que fijó para siempre en sus poemas el "primer expectador de los arrabales. La tuberculosis terminó con la vida de Carriego el 13 de octubre de 1912, junto a sus guapos, organilleros y costureritas, anda desde entonces por nuestra literatura el muchacho "tísico y enlutado" que en Palermo duscubrió los arrabales.
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EVARISTO CARRIEGO (7-5-1883 - 13-10-1912)
EL GUAPO
A la memoria de San Juan Moreira
El barrio le admira. Cultor del coraje,
conquistó, a la larga, renombre de osado;
se impuso en cien riñas entre el compadraje
y de las prisiones salió consagrado.
Conoce sus triunfos, y ni aun le inquieta
la gloria de otros, de muchos temida,
pues todo el Palermo de acción le respeta
y acata su fama, jamás desmentida.
Le cruzan el rostro, de estigmas violentos,
hondas cicatrices, y quizás le halaga
llevar imborrables adornos sangrientos:
caprichos de hembra que tuvo la daga.
La esquina o el patio, de alegres reuniones,
le oye contar hechos, que nadie le niega:
¡con una guitarra de altivas canciones
el es Juan Moreira, y el es Santos Vega!
Con ese sombrero que inclinó a los ojos,
con esa melena que peinó al descuido,
cantando aventuras, de relatos rojos,
parece un poeta que fuese bandido.
Las mozas más lindas del baile orillero
para él no se muestran esquivas y hurañas,
tal vez orgullosas de ese compañero
que tiene aureolas de amores, y hazañas.
Nada se le importa de la envidia ajena,
ni que el rival pueda tenderle algún lazo:
no es un enemigo que valga la pena...
pues ya una vez lo hizo ca...er de un hachazo.
Gente de avería, que aguardan crüeles
brutales recuerdos en los costurones
que dejará el tajo, sumisos y fieles,
le siguen y adulan imberbes matones.
Aunque le ocasiona muchos malos ratos,
en las elecciones es un caudillejo
que por el buen nombre de los candidatos
en los peores trances expone el pellejo...
Pronto a la pelea -pasión del cuchillo
que ilustra las manos por el mutiladas-
su pieza, amenaza de algún conventillo,
es una academia de ágiles visteadas.
Porque en sus impulsos de alma pendenciera
desprecia el peligro sereno y bizarro,
¡para el la vida no vale siquiera
la sola pitada de un triste cigarro!...
...Y allá va pasando con aire altanero,
luciendo las prendas de su gallardía,
procaz e insolente como un mosquetero
que tiene en su guardia la chusma bravía.
Veintinueve años y un solo libro, "Misas Herejes"le fueron suficientes a Carriego para figurar en la historia de nuestras letras. Nacido en Paraná el 7 de mayo de 1883 y cuatro años mas tarde sus padres se trasladaron a Bs.As. en 1887. El arrabal, marginado hasta entonces por la literatura, va ganando un sitio gracias a sus poemas Guapos, compadres, orilleros, anticipándose al tango que luego los llevaría en su música, se introdujeron en los versos de Carriego en el mundo culto de los porteños
Criollo de viejo cuño entrerriano, can, cantó como pocos esa expresión característica del viejo Bs.As. Mezcla de suburbio y campo, el arrabal fue escenario de hombres bravos, gente de avería, temida y admirada, hecha a la sangre y el coraje.
Fue el primero en abandonar la poesía al uso, alambicada por el modernismo, para dedicarse a los versos simples, inspirados en lo cotidiano. Perteneció Carriego a una generación que cultivó la poesía como una necesidad de su bohemia. Frecuentó el café "Los Inmortales" Desde allí su delgada figura caminaba, noche tras noche, hasta la plaza San Martín, donde recitaba a sus amigos sus versos recién hechos. Admirador de Almafuerte, cantó la fugacidad de la vida, los problemas emotivos de los desventurados, la versatilidad de las pasiones. No pretendió atacar las bases de la sociedad burguesa, como lo entendieron muchos de los poetas de la militancia, aunque nos despisten en este aspecto algunos de sus versos, ni quiso tampoco culpar a nadie de los sufrimientos de los humildes. Vió en el barrio el espejo donde se reflejaban dolores y alegrías, mas vivos quizá por lo reducido y original de su ámbito, por el coraje universal de sus malevos y la callada tristeza de sus mujeres, que fijó para siempre en sus poemas el "primer expectador de los arrabales. La tuberculosis terminó con la vida de Carriego el 13 de octubre de 1912, junto a sus guapos, organilleros y costureritas, anda desde entonces por nuestra literatura el muchacho "tísico y enlutado" que en Palermo duscubrió los arrabales.
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